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¿Por qué somos adictos a tantas cosas?

Entrada de blog: ¿Por qué somos adictos a tantas cosas?

Cualquier experiencia agradable provoca la necesidad de repetirla. Da lo mismo que se trate de tomar algo, de un juego, estar con alguien o ir a la playa. Es el mecanismo de recompensa activado por la dopamina. Pero cuando ya lo hemos repetido 2 ó 3 veces, puede que no se consiga volver a sentir lo mismo, pero ¿qué más da?… lo seguimos haciendo. Hasta aquí normal.

Los problemas empiezan cuando no se puede dominar el impulso de repetir una y otra vez, simplemente para aplacar una desagradable sensación de ansiedad. Entonces, según la actividad o sustancia que genera la adicción, se añade otra complicación: las consecuencias del abuso a nivel físico o psicológico. Y un tercer nivel del problema son las repercusiones sistémicas, para la persona y su entorno. Esto cierra el bucle: sentimiento de culpa que provoca malestar e induce a repetir la conducta adictiva. La adicción puede ser al tabaco, determinados alimentos, drogas, sexo, trabajo, juegos de ordenador, deporte y, de hecho, cualquier cosa. Incluso es posible tener varias adicciones al mismo tiempo.

Normalmente se dice que las adicciones tratan de llenar un vacío, tras el cual se esconde una angustia existencial. Y es cierto, pero hay algo más. La actividad o sustancia adictiva nos conecta, aunque sea momentáneamente, con la vida: la “sensación de vivir” y el sentimiento de pertenencia, de formar parte de un todo más grande. Eso significa que, en algún lugar de nuestro inconsciente, nos falta confianza para “estar conectados con la vida”, por lo que necesitamos recurrir a actividades o sustancias que nos ayudan a sentir esa conexión.

¿Cómo superar las adicciones?

La clave es desarrollar la capacidad de dominio personal para manejar adecuadamente la sensación interna de desconexión o de vacío. En coaching, el dominio personal es la habilidad de mantenerse centrado incluso en condiciones externas estresantes. En las adicciones, parte de nuestro poder es absorbido por el impulso adictivo, que luego nos deja vacíos. Dominar y sostener el impulso, sin perder el centro, es lo que nos da fuerza.

La persona con tendencia adictiva, en un nivel profundo tiene también una irrefrenable ilusión por vivir. Existen técnicas de terapia y de coaching para ayudar a canalizar de forma adecuada este impulso. En lugar de luchar contra el impulso, lo aconsejable es encontrar nuevas opciones que no perjudiquen, evitando el bucle compulsión-culpa. Se trata de convertirse en adicto a la vida y a las experiencias enriquecedoras.

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